Rodolfo Torres (12/05/2019)
El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad. Johann Wolfgang Goethe
En semanas recientes hemos sido testigos de la forma en que los indicadores de los mercados accionarios, alrededor del mundo, han marchado al ritmo que les ha impuesto el despliegue de noticias respecto del desenvolvimiento de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China.
Tan sólo el viernes pasado, un escalamiento en el conflicto, que tuvo su origen en el aviso de un incremento de tarifas arancelarias, del 10% al 25%, impuesto por EU a un elevado número de productos (con valor de 200 mil millones de dólares) que provienen de China, y la certeza de que ello provocaría una respuesta de proporción similar por parte del país asiático, motivó, por ejemplo, que las acciones del gigante tecnológico Apple cayeran, momentáneamente, hasta en un 6%. A sabiendas de que las conversaciones “de paz” concluirían el pasado viernes, y de que podrían hacerlo de la peor manera posible, dado el incremento arancelario, se generó un nerviosismo que se reflejaba en pérdidas en las bolsas de valores de todo el mundo. La noticia (vía Twitter) de que el presidente de los EU había autorizado, de última hora, prolongar las conversaciones más allá del viernes, y hasta por un mes más, dio alivio a los mercados accionarios norteamericanos que cerraron el día con números positivos. Para darnos una idea de la complejidad del conflicto y de las reducidas posibilidades de su solución en el corto plazo, conviene detenernos en algunos aspectos importantes.
De acuerdo con la cadena británica de noticias BBC, la guerra comercial entre las dos potencias inició el año pasado, a partir de la intención del presidente Trump de revertir el elevado déficit que su país tiene con China -cabe recordar que se incurre en déficit cuando las compras hechas a un país extranjero son superiores a las ventas que se le hacen-. Aunque el déficit comercial de los EU inició en 1985, éste se incrementó dramáticamente desde el año 2001, año en que China se integró a la Organización Mundial de Comercio. En 2018 ese déficit alcanzó 419 mil millones de dólares.
El desarrollo y desenlace de una guerra de esas dimensiones puede dañar a ambas partes. EU importa bienes desde China por un valor de 539 mil millones de dólares. A su vez, China importa, desde los EU, 120 mil millones de dólares. Los productos que se importan desde China, y que se verían afectados por los nuevos incrementos arancelarios, son: equipo de telecomunicaciones, circuitos electrónicos integrados, procesadores de computadoras y partes de equipos de cómputo. Dado que durante varios años se han creado cadenas productivas entre ambos países en el ámbito tecnológico, es previsible que el escalamiento de la guerra comercial afectará también a las empresas norteamericanas (como el citado caso de Apple). Además, la respuesta de China a la embestida norteamericana puede también menoscabar la base electoral de Donald Trump, pues amenaza con centrarse en productos generados en distritos de votantes republicanos, por ejemplo, en las zonas productoras de soya.
Esta guerra comercial ha tenido ya un impacto negativo en la economía global. El Fondo Monetario Internacional ha señalado que el escalamiento en la tensión fue uno de los factores que ha contribuido al debilitamiento de la expansión mundial y ha ocasionado el recorte en los pronósticos de crecimiento económico global. Como es natural, este conflicto ha afectado a terceros países que son socios comerciales importantes de EU (Canadá y México) y de China (Brasil y Perú).
Con independencia del curso que siga la actual guerra comercial, lo cierto es que el conflicto puede agravarse pues involucra una competencia geopolítica que va más allá de este asunto puntual. De él es parte relevante el ingrediente tecnológico. Lo que no es de extrañar, dado que ese sector es la principal fuerza motriz de la economía internacional. Una muestra de ello, según reporta el Wall Street Journal en su edición del pasado viernes, es la negativa de los EU que, por conducto de la FCC, bloqueó al gigante tecnológico China Mobile al negar su autorización para que éste provea de servicios de comunicación internacional en los EU. Por otra parte, el productor chino de teléfonos inteligentes Huawei quien apenas, el pasado 3 de mayo, superó a Apple convirtiéndose en el segundo mayor vendedor en ese sector, sólo detrás de Samsung, tiene un rol preponderante en la disputa tecnológica, pues el mayor potencial de esa empresa no es sólo en el rubro de telefonía inteligente sino en su rol dominante y vanguardista en el desarrollo de la red de comunicación denominada 5G. No es ajena a esa disputa el arresto, en Canadá, de la hija del presidente de esa compañía en diciembre pasado.
Finalmente, la preocupación de los EU, respecto al crecimiento de la influencia china en el mundo, se ha incrementado, a partir de la iniciativa del país asiático “ruta de la seda” que abarca diversas regiones del mundo.
Como puede verse, este conflicto no aporta razones para el sosiego, sin embargo, dado que nuestra interconexión con la economía global no nos permite mantenernos al margen del conflicto, sí podemos, y debemos, estar atentos a su desarrollo para tomar acciones oportunas.