Rodolfo Torres Velázquez (24/10/2021)
Aunque el paradigma de la “cadena de bloques” (comúnmente conocida como blockchain o BC) ha estado presente desde hace más de una década, a través de su producto más visible: las criptomonedas, es posible anticipar, a la luz del estado actual de su desarrollo, que a partir de próximo año su presencia se hará paulatinamente más visible en la escena pública, pues se extenderá hacia múltiples ámbitos de nuestra vida cotidiana. En el mediano y largo plazos su impacto será económico, político y social.
La cadena de bloques (BC) consiste en una secuencia enlazada de porciones de datos. Cada porción o bloque almacena transacciones. En consecuencia, esa cadena de bloques puede concebirse como un gran libro contable. De manera complementaria, sofisticados procedimientos criptográficos, garantizan que las transacciones asentadas en ese “libro” no puedan ser falsificados y que éstas sean inmutables.
El mecanismo de operación es el siguiente: al arribar un dato, éste se incorpora en un nuevo bloque. Una vez que se completa el bloque éste se enlaza con el bloque previo, creando así una cadena de bloques. Cuando se registran transacciones monetarias, la cadena de bloques se manifiesta como una criptomoneda (por ejemplo, el bitcoin). Aunque, cabe destacar, que los datos que se pueden registrar en un bloque son del más amplio espectro, aún programas de cómputo (software), como es el caso de la red ethereum basada en la criptomoneda denominada ether.
Hasta este punto parecería que el BC es sólo de un mecanismo, ciertamente ingenioso, que asegura la confiabilidad en el registro de transacciones. Sin embargo, la radicalidad de este paradigma se revela cuando se descubre que el asiento de registros puede hacerse y mantenerse, en una red, de manera descentralizada y distribuida. Esto es: no es necesaria la existencia de un actor central que controle la incorporación de nuevos registros, es decir, el mando es descentralizado; todos los participantes pueden asentar registros válidos. Tampoco es indispensable que el BC resida en un solo punto central; la información puede estar distribuida entre todos los participantes, lo que reduce al máximo el riesgo de daño o pérdida de la información. Para el caso de las criptomonedas significaría que no es indispensable la existencia de un banco para llevar el control de las transacciones monetarias que se realicen con ese tipo de monedas ¡De ese tamaño es el desafío que ofrece el surgimiento del bitcoin! Sabemos, por otra parte, que organismos reguladores de los mercados de valores y los bancos centrales, de varias países y regiones, se apresuran para impedir que se materialice ese escenario que zarandearía, con un giro de 180 grados, a un sistema monetario y financiero mundial que, por otra parte, ya ofrece señales de anquilosamiento.
Más allá de su uso como sustento de criptomonedas el BC se han convertido en un medio ideal para el intercambio de valor digital mediante internet. Se pronostica que el BC se convertirá en una revolución tecnológica con mayor impacto al que estamos viviendo con internet. Tres gigantes tecnológicos ofrecen ya plataformas para el desarrollo de proyectos de cadenas de bloques: Amazon, Google y Microsoft y lo empiezan a utilizar compañías globales como Coca Cola y Walmart.
Pero es quizá en la producción e intercambio de mercancías en el que tendrá mayor impacto inmediato el BC. Es sabido que el valor de una marca es un componente fundamental del valor total de una compañía. Las empresas realizan abultadas inversiones en mercadotecnia para prestigiar a una marca e infundir confianza en el consumidor. El BC tiene potencialidad para provocar un cambio radical en esa añeja práctica ofreciendo a cambio información completa y confiable al consumidor.
En un mercado en el que predomina la más amplia variedad de productos y marcas es comprensible que el consumidor exija información confiable que le conduzca a la mejor de las compras. Es en el rubro de la provisión de información exhaustiva y confiable, respecto de mercancías, en que el BC puede desplegar sus ventajosas cualidades. En cada una de las etapas de producción se registrarían las transformaciones que sufre el producto, hasta su llegada al usuario final. Por ejemplo, se tendría un registro detallado de: todos sus ingredientes o componentes, el origen de éstos, las normas bajo las que se ha integrado el producto, el lugar en el que ocurre la integración del producto, las normas laborales que se han observado en el proceso de producción, los medios y normas de transporte que se han considerado, las reglas sanitarias que se han cumplido, por mencionar sólo algunos aspectos. Esa información estaría al alcance inmediato del consumidor con la simple lectura de un código QR impreso en el producto.
En el caso descrito, se promovería la mejora en la calidad de las mercancías, se fortalecerían las cadenas productivas, la confianza del consumidor se posaría en datos duros y no sólo en mercadotecnia, se mejorarían las condiciones precarias de la mano de obra, se alentaría el surgimiento de nuevas marcas y se propiciaría la mayor de las transparencias en beneficio de los consumidores.
Por la forma en la que se conforma y opera la red en la que vive la cadena de bloques, cuyos nodos verifican la validez de las transacciones, se tienen tres tipos de redes. 1) Privadas, que operan en una red sin acceso al público en las que los nodos de la red son administrados de manera centralizada). 2) Públicas, que operan de manera que cualquier persona puede configurar un nodo de la red que, a cambio de una remuneración, se encargue de las tareas de validación y verificación de las transacciones, en estas redes la información está distribuida y el control es descentralizado. 3) Consorcio, en estas redes no existe un control central y la información está distribuida pero la participación, como nodos de la red, no es público pues sólo se autoriza a determinados actores. Dada la naturaleza privada de los productores de mercancías es probable que en esta materia prevalezcan los tipos de red privada y de consorcio.
Ante una revolución de la magnitud a la que apunta el BC no podemos ni debemos ser pasivos ni omisos. Aunque esa profunda transformación ya está en camino, aún es posible subirse a ese tren en marcha.